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«La base visible es la que está remunerada, pero el proceso de creación, los ensayos y las ideas, no»

‘Pez Limbo’ celebra este 2021 su 10º aniversario con 15 espectáculos de creación propia a sus espaldas y más de 900 representaciones

Josune Velez de Mendizabal y Edu Hernando./ Endika Portillo

Edu Hernando y Josune Velez de Mendizabal son ‘Pez Limbo’, una compañía de artes escénicas que basa su producción en la creación propia y el mestizaje con otras compañías buscando humor, acidez y poesía, siempre a partir de una mirada crítica a la realidad.

Nacieron en 2011. Por aquel entonces la compañía la formaban Edu Hernando, Raúl Camino y Begoña Martín Treviño. Juntos/as organizaron el Festival 150gr., una cita que en 2020 ha celebrado su novena edición. Desde entonces la compañía ha creado 15 espectáculos tanto de sala como de calle, con alrededor de 900 representaciones. 

En 2016, Raúl y Begoña decidieron tomar otro camino y se convirtieron en ‘El Mono Habitado’. Edu continuó con ‘Pez Limbo’ y Josune Velez de Mendizabal se unió al equipo. “Ese momento fue un punto de inflexión. Comenzamos a colaborar con otras compañías creando piezas como ‘Harri, orri, ar’, que estrenamos el pasado febrero”, explica Edu Hernando. Actualmente se encuentran inmersos/as en un nuevo proceso de creación en el que participan Unai López de Armentia y Javier Barandiaran. Su objetivo es diversificar y mezclarse con más gente, al tiempo que continúan reivindicando una puesta en valor del sector escénico, así como medidas que garanticen la estabilidad de todos los eslabones de su cadena 

Vuestro trabajo se centra en el teatro en pequeño formato, en el microteatro. ¿Por qué esta modalidad?

Todo comenzó con la pieza ‘¿Espinazo o callos?’ que creamos para el Festival 150gr. en 2011. Una amiga que tiene una escuela de cocina en la Herrería vio la obra y nos invitó a representarla en su local. Hicimos varios pases, con 14 personas en cada uno, y vinieron en total 500 espectadores/as. Nos dimos cuenta de que funcionaba y de que podíamos llevarla más allá. La adaptamos a otros escenarios y comenzamos a ofrecérsela a programadores/as.

Nos dimos cuenta de que el microteatro tenía muchas cosas que nos interesaban, como la cercanía con el público y la complicidad. Además le quita ese elitismo que tiene el teatro dentro de su propio edificio. Ir al teatro se ha quedado lejos de mucha gente y esta es una herramienta perfecta para romper esa distancia y sacar la esencia más popular.

‘Almacenes La Parisienne’, de Pez Limbo./Pez Limbo

Actuáis en espacios de lo más diversos, como mercados, cementerios, casa de duchas, etc. ¿Cambia el espectáculo de un escenario a otro? ¿Se trabaja de manera distinta?

Cambia constantemente, incluso en el mismo espacio dependiendo del día y la hora. Es un espectáculo en vivo, está en constante cambio. No es lo mismo actuar en un escenario donde hay focos apuntándote, micrófonos y decenas de personas trabajando detrás, que hacer la misma obra en la calle. No es ni mejor ni peor, hay que entender el medio y adaptarse. 

El Festival 150gr. es una iniciativa de ‘Pez Limbo’ y ‘El Mono Habitado’ que ha celebrado este año su 9ª edición. ¿Necesitaba Vitoria-Gasteiz un festival de estas características? ¿Cuál ha sido la respuesta de las compañías y del público a lo largo de los años? 

150 gr. surge de la necesidad de mostrar trabajos en espacios cercanos que no son el teatro. Es el primer festival de estas características en Vitoria-Gasteiz y ha creado escuela. En todos estos años han pasado casi 90 compañías por él y tanto el público como las compañías han respondido muy bien. Tiene un tono canalla que a la gente le atrae y además no solo es teatro, es la experiencia de verlo en otro espacio. 

Aún así, la idea principal era que confluyeran dos necesidades: que la gente que hacemos artes escénicas tuviéramos un espacio para mostrar nuestras piezas al público y generar tránsito de clientela fomentando así el mercado de barrio. Desafortunadamente, esta última no se ha cumplido porque el festival solo se celebra una vez al año. Creo que tanto artistas como comerciantes podríamos compartir un mismo espacio; que a la mañana funcione como mercado y cuando este se apague, arrancar con algo más artístico. No obstante, es complicado hacerlo en el sistema que tenemos.

Festival 150gr./Endika Portillo

Habéis participado en casi todos los festivales de calle que se hacen en Vitoria y Euskadi: Kaldearte, Leioa, etc. ¿Cómo está el resto del estado o incluso otros países en cuanto a festivales de calle?

Estamos viviendo un momento complicado en el que dependemos de las circunstancias de cada localidad y de que estas apuesten o no por la cultura. Lo peor en estos momentos es la autoprotección de los mercados, en muchas comunidades autónomas solamente están actuado compañías de allí. Por este motivo no nos estamos pudiendo mover casi nada. Cada uno/a está mirando a su ombligo. La parte positiva es que, aunque nos está costando animar a la gente y organizar actividades, todos/as los/as que trabajamos en las artes escénicas nos lo estamos currando mucho; estamos transmitiendo que la cultura es segura y todos/as vamos en bloque. A ver si somos capaces de sacar rédito a esto cuando todo pase, sacar pecho y rentabilizarlo en la sociedad. 

La mayoría de las obras que representáis son creaciones propias. ¿Cómo es el proceso creativo de una pieza?

Hay muchos caminos. El que más nos gusta es el de ponernos alrededor de una mesa y realizar una tormenta de ideas con la libertad de decir cualquier cosa. Se genera una dinámica y salen cosas muy interesantes que representan lo que nos mueve en ese momento a las personas que estamos ahí. Posteriormente nos decidimos por alguna de las ideas y la probamos en el local de ensayo. Creamos personajes e improvisamos diálogos; así conseguimos guiones más frescos. Lo grabamos todo mientras una persona observa desde fuera y registra los puntos más interesantes. Reunimos todo el material y escribimos la obra final. Se ensaya, se retoca, se confronta con el público y se vuelve a retocar para conseguir lo que queremos.

Obra de teatro ‘Oxido’ de Pez Limbo./Pez Limbo

A nivel de financiación, ¿cómo se afrontan los gastos de una nueva creación? ¿Cuánto de todo vuestro trabajo lo dedicáis a la gestión?

Es una cuestión muy importante que hay que tener en cuenta si quieres vivir de esto. Supone más de la mitad de todo nuestro trabajo. No obstante, no es lo mismo hacer una obra corta de microteatro o hacer ‘Harri, orri, ar’, con un equipo de 10 personas. Todo lo que se hace en teatro pasa por manos de la administración pública. Los sistemas de ayudas y financiación son procesos muy largos. Estrenar una pieza conlleva un trabajo de gestión y financiación previo de dos años, una manera de trabajar a la que no estamos acostumbrados en el mundo del teatro; somos creadores/as y queremos mostrar nuestras creaciones ya. Todo este proceso de envasar la obra al vacío, meterla en la despensa y esperar el momento de que salga a la luz requiere bastante estrategia que se aprende a lo largo del tiempo. Una vez estrenas la obra comienza otro trabajo: el de comunicación, distribución y presentación a circuitos.

La obra ‘El Patio de mi casa’ es un trabajo con muchos actores y actrices en escena, un tipo de producción que ya no es habitual ver. ¿Creéis que es recuperable este formato o que la crisis en el sector ha marcado un antes y un después?

El panorama de producción y creación depende mucho de lo que quieran apostar las administraciones públicas. No creo que en Euskadi ninguna compañía o productora se meta a hacer un espectáculo por su cuenta si no cuenta con un respaldo económico. Este ha sido el caso de ‘Harri, orri, ar’, antes de iniciar el proyecto ya teníamos un respaldo del Teatro Principal, el Arriaga y el Victoria Eugenia. Esto te da pie a arrancar y buscar financiación por otras partes. Es muy complicado sacar adelante una producción grande y dependemos completamente de las administraciones. 

Pez Limbo también lleva a cabo el programa Pixkat, un programa de mediación entre los/as jóvenes y la cultura, en el que acercáis el teatro a los centros educativos. ¿Por qué es necesario este tipo de proyectos entre la gente joven?

Es un proyecto muy necesario, plantamos una semilla. Vamos a los centros y realizamos una pieza de 20 minutos, una pequeña píldora para que los/as jóvenes sepan que el teatro existe, que puede ser una carrera y que se pueden dedicar a ello. También les hablamos de aquellos espacios escénicos a los que pueden ir en su ciudad o de las salidas profesionales que hay en este sector. Es decir, les abrimos la puerta para que pasen, si quieren.

¿Existen sinergias entre las diferentes compañías teatrales de Vitoria?

Dentro de las artes escénicas, sí. Nosotros/as estamos muy en contacto con ‘El Mono Habitado’, la sala Baratza, Garaion, Azala, con los ‘Monstrenkos’ y con Metrokoadroka. También acogemos proyectos de otras personas y nos encargamos de la producción. Estamos abiertos/as a todo. 

En Gasteiz tenemos aún pendiente la obra de mejora del Teatro Principal, ¿hasta qué punto es importante la inversión en este sentido?

Es importante que las infraestructuras de la ciudad estén en buenas condiciones, pero estos proyectos hay que pensarlos con mucha visión de futuro y más allá de un equipo de gobierno. Las infraestructuras deben ir detrás de un plan de desarrollo cultural, apoyando el plan, no pueden ser la proa. No se puede hacer primero un auditorio y luego pensar en hacerlo viable. En Vitoria-Gasteiz tenemos el auditorio del conservatorio, con una acústica extraordinaria y que está infrautilizado. Hay que dar un impulso a estos espacios y en el momento que no den más de sí, ya podremos plantearnos crear espacios nuevos. 

Edu Hernando y Josune Velez de Mendizabal./Endika Portillo

El sector lo reivindica con insistencia, pero quizá el resto de la sociedad no es del todo consciente de la importancia de que el Estatuto del Artista sea una realidad. ¿Cuál es la situación de creadores/as como vosotros/as a día de hoy y por qué es tan urgente esta legislación?

Estamos en unas condiciones bastante lejanas a la dignidad laboral. Nos cuesta mucho mantener los equipos y que no se deshagan. La base visible es la que está remunerada, pero el proceso de creación, los ensayos y las ideas, no. Es necesario valorar todo ese trabajo que hay detrás de los escenarios. Las productoras sí que tienen una estructura más o menos sólida, pero los equipos artísticos son muy volátiles porque las condiciones son muy malas. Muchas personas se tienen que poner a trabajar de otra cosa cuando probablemente serían grandes creadoras. En estos 40 años post dictadura no hemos conseguido poner en valor ni la cultura ni el valor real de lo que hacemos los/as que estamos encima y detrás de un escenario. Como siempre decimos, nuestra situación es muy precaria. 

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