LUGARESGaraion Sorgingunea: Espacio brujo

Garaion Sorgingunea: Espacio brujo

Hablamos con Amaia Gabilondo y Julia López, gestoras del espacio de creación Garaion Sorgingunea, un lugar en el corazón de la Llanada Alavesa donde convergen creatividad, naturaleza y recuperación del patrimonio social

Vista aérea de Garaion Sorgingunea / Txelu Angoitia

Situada en el camino de Otaza, paso que vecinos y vecinas de Ozaeta transitaban hace más de 60 años para llegar al pueblo de Garaio antes de que quedará cubierto por las aguas del pantano, se levanta una casa de origen medieval cuyas fachadas quedan cubiertas por grandes plataneros que dejan vislumbrar en lo más alto la cubierta de la torre. Nos reciben Amaia Gabilondo y Julia López, socias de la cooperativa Garaion, actuales gestoras de Garaion Sorgingunea, un espacio de creación y albergue juvenil. Bajo una estructura de mimbre que a modo de pérgola protege del sol de agosto, nos hablan sobre los inicios y trayectoria del lugar.

Amaia Gabilondo y Julia López, gestoras del espacio / Yone Estivariz

La trayectoria de ambas está ligada al ámbito del euskera y la cultura. Amaia Gabilondo trabajó durante quince años en el campo de la normalización lingüística: “recuerdo que entonces se enfocaba desde una visión más clásica y a mí me gustaba experimentar con la creatividad y el euskera. Me di cuenta que el juego ayuda a un aprendizaje más relajado y natural del idioma, sin conflictos, ni traumas, ni imposiciones…”. Eje transversal de toda su actividad, en Garaion trabajan especialmente por el impulso de la creación en euskera “estoy convencida de que los espacios de creación son entornos muy adecuados para normalizarlo”, comenta. Por su parte, Julia López, formada en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco y con un grado en cine e imagen cursado en Londres, trabajó durante muchos años en el campo de la producción audiovisual. “Conocí Garaion a través de un auzolana en el que participé, y a partir de allí me sumé al proyecto, hace ya más de 10 años” explica.

Los inicios 

La historia de lo que hoy se conoce como Garaion Sorgingunea se remonta 25 años atrás cuando, en 1994, la cooperativa Erkoop, perteneciente al Grupo Mondragon, ofreció a la Asociación Txatxilipurdi de Arrasate la posibilidad de utilizar la casa a través de un acuerdo de cesión de uso, con el objetivo de crear un espacio donde fomentar el uso del euskera entre las personas jóvenes a través de actividades creativas. Esto sucedía en una época en la que se pusieron en marcha otras iniciativas similares, como los albergues de Barria o Zuhatza: “eran albergues que tenían una calidad y unos estándares con los que nosotras no podíamos competir. Lo que hicimos entonces fue mantener la posibilidad de uso del espacio pero utilizándolo tal como estaba, con unos baños y un par de habitaciones con literas”, nos cuenta Amaia. “Fue un inicio lleno de incertidumbre porque no veíamos la forma de encontrar la financiación necesaria, tampoco sabíamos para cuánto tiempo podríamos quedarnos, así que hicimos unas mínimas obras que sirvieron para poder traer a jóvenes durante el verano”, añade.

No es hasta 2006 que empieza a gestarse el proyecto tal como se conoce hoy en día: “volví de pasar año y medio trabajando en Mozambique y decidí dar un giro profesional para centrarme en crear Garaion”, recuerda Amaia. Al arranque en solitario se le sumaron al poco tiempo dos personas más: “yo me dedicaba a diseñar el proyecto: su ideario, su razón de ser… Luego entró una compañera psicóloga-pedagoga que hizo el proyecto educativo y otro compañero que se centró en desarrollar la parte arquitectónica. Le dimos total libertad para diseñar un proyecto que daba valor a la casa torre y planteaba espacios soterrados. Era un espacio de creación precioso, con jardines japoneses… y que tenía de presupuesto dos millones de euros”. Con la llegada de la crisis económico-financiera de 2008 ese ambicioso proyecto quedó parado y los pasos que se han ido dando desde entonces han conducido, poco a poco, a definir usos y acondicionar los espacios acorde a las posibilidades de financiación.

Pérgola de mimbre vivo / Yone Estivariz

Tres manzanas y una compota 

Garaion Sorgingunea siguió caminando, y abrió sus puertas ese mismo 2008: “tuvimos la posibilidad de hacer un taller de empleo gracias al apoyo de Lanbide en el que participaron dieciséis personas que estuvieron dinamizando los tres principales ejes de trabajo del espacio”. Durante un año entero estuvieron realizando un proceso de imaginación colectiva que permitió diseñar los diferentes tipos de actividades a poner en marcha. 

Desde Garaion se refieren a estos grandes ejes de trabajo como tres grandes manzanas: “con ellas hacemos una gran compota de donde salen muchas actividades diferentes”. La primera de ellas es la del desarrollo de la creatividad “no solo entendida desde la óptica de espacio de creación sino desde un ideario mucho más amplio, pensando en todas las personas y en la idea de despertar la chispa de la imaginación y la creatividad que todas llevamos dentro”, afirman. La segunda de las manzanas es la que tiene que ver con la naturaleza; la tercera, la puesta en valor del patrimonio social. En esta línea, destaca el trabajo por la recuperación de antiguos oficios, dándoles nuevas oportunidades y apostando por crear nuevos valores a partir de ellos. 

Caso paradigmático es el que desarrollan en el campo de la cestería contemporánea, una labor que les ha convertido en un espacio referente a nivel estatal en la construcción con mimbre vivo: “pusimos en marcha un programa en el que unimos naturaleza, arte y patrimonio social. Empezamos a experimentar con el Land Art mediante auzolanas, creando de forma conjunta estructuras y esculturas de mimbre que imaginábamos colectivamente”.

Trabajo con diferentes colectivos en la creación de arquitectura viva / Cedidas

En este proceso han contado con el asesoramiento y colaboración de figuras clave en la materia como el investigador y maestro cestero Carlos Fontales, que cuenta con una escuela de cestería en Lugo, o Joan Farré, experto en la construcción de mimbre vivo: “gracias al trabajo que hemos realizado con personas como Carlos o Joan hemos podido conocer y ampliar técnicas. Además, organizamos encuentros internacionales que permiten acercar a Garaion artistas de referencia como la británica Lois Walpole, y también artistas especializados en Land Art”, apuntan.

Detalle de las estructuras de mimbre / Yone Estivariz

Quien se acerque a Garaion podrá disfrutar de diferentes propuestas de arquitectura verde como el laberinto de 250 metros lineales que construyeron con 10.000 mimbres vivos traídos de Cuenca, tres pérgolas, cinco elementos de mimbre vivo y dos de mimbre seco. Cuentan con dos pequeñas plantaciones de mimbre de ocho variedades distintas que se plantan entre diciembre y marzo: “la cestería ha estado viva en Álava hasta hace cincuenta años. En Agurain había una fábrica especializada, y gente de la zona nos ha contado que había plantaciones en zonas de Legutio y Aizpuru”.

Vista aérea del laberinto / Txelu Angoitia

Espacio de creación y albergue juvenil

En la actualidad trabajan con la Diputación Foral de Álava para lograr el certificado oficial como albergue juvenil y desde 2016 es considerada Fábrica de Creación por el Departamento de Cultura y Política Lingüística de Gobierno Vasco, de quién reciben la ayuda ‘Sorgune’ destinada a apoyar espacios culturales independientes que desarrollan programas de apoyo a los procesos de creación y producción de artistas y personas creadoras. “Esta ayuda nos da cierta estabilidad para desarrollar nuestra actividad, pero es evidente que tenemos que complementar los ingresos con otras ayudas públicas y también generando recursos propios, como por ejemplo a través de los campamentos” explican. Junto al espacio de la Llanada, existen en Álava tres lugares más que reciben la consideración de fábrica de creación: Azala, ubicada en la localidad de Lasierra; Kunarte, Centro de Innovación Artística dirigida a la Pequeña Infancia, situado en Vitoria – Gasteiz; y Sala Baratza, con sede también en la capital alavesa.

Sala multiusos de la casa torre / Txelu Angoitia

Garaion aporta su espacio y dotación para que creadores y creadoras puedan realizar residencias mediante una convocatoria abierta permanentemente a lo largo de todo el año. También cuentan con residentes locales fijos como el malabarista Unai Saenz, de Nai Imaginaciones, la compañía de teatro infantil Ameztu Taldea o la compañía de clown Bapatean. “Ahora mismo está siendo muy valorado por la gente de circo, sobre todo por la nave. Han estado trabajando figuras como Ortzi Acosta o Pablo Ibarlucea, que dirigirá a finales de año a cuatro compañías de circo” explican. Pero no solo se dirigen a artistas del campo de las artes escénicas, sino que tienen cabida artistas de todas las disciplinas que quieran solicitar espacio para trabajar en sus proyectos en cualquiera de sus fases de desarrollo: “solo tiene que cuadrar el calendario, nuestras puertas están siempre abiertas” afirman. 

Al año pasan por Garaion hasta 30 compañías y 120 artistas distintos: “además de atender a profesionales locales, nacionales e internacionales, nos gusta también definirnos como un lugar para la iniciación artística; para nosotras es muy importante poder dar oportunidad y hacer de esta la casa de creación de gente joven o artistas que comienzan su actividad”, nos cuentan. Y es que en Garaion apuestan por el fomento de la creación emergente, en euskera y sobre todo, por visibilizar e impulsar a mujeres creadoras, con especial atención a las locales; “mujeres alavesas que están haciendo actualmente cosas muy interesantes”, resaltan. 

El pajar acoge residencias artísticas y programación cultural a lo largo del año / Cedidas

Los arreglos de los diferentes espacios que conforman Garaion – casa torre, pajar y la casa anexa- se han ido realizando a lo largo de los últimos años combinando el trabajo comunitario mediante talleres de empleo y auzolanas, la organización de campos de trabajo internacionales, cursos de bioconstrucción, así como el propio trabajo del equipo gestor. Afirman desde Garaion que “el auzolana ha sido siempre una forma de trabajar: al inicio porque no teníamos medios y el medio era la gente con ilusión y ganas de apoyar el proyecto; pero con el tiempo nos hemos dado cuenta de que trabajar de esta forma aporta un plus, ya que las personas se sienten parte del proyecto”, afirman.

En 2011 se arregló el tejado y se crearon en el camarote dos plantas en las que hay cuatro salas de 50 metros cuadrados y dos salas con habitaciones de literas: “decidimos que lo más viable era que las salas fueran todas diáfanas y multiusos, pudiendo albergar cursos, exposiciones, talleres, ensayos, trabajo de mesa..”. Son espacios donde germinar a la vez que mostrar trabajos. En 2016 se arreglaron las escaleras y la entrada a la casa. Y lo más importante en un contexto donde el invierno es largo y duro, se modernizó el sistema de calor: “a lo largo de estos años hemos hecho arreglos básicos, según nuestras posibilidades de financiación, pero siempre pensando en generar un espacio multiuso”, nos explican.

Sistema de calefacción interna de la casa / Yone Estivariz

El otro gran espacio es el pajar, reconvertido en un espacio para la creación donde se desarrollan residencias de creación, principalmente de disciplinas vinculadas a las artes escénicas, y en el que se trabaja desde hace años con el objetivo de convertirlo en un pequeño teatro: “lo primero que hicimos fue traer el suelo del polideportivo Ariznabarra de Vitoria-Gasteiz que entonces se desmontaba. Llegamos a un acuerdo con la empresa que se encargaba del desmontaje para reaprovecharlo y lo instalamos aquí: nos enseñaron a cortarlo, montarlo pieza por pieza y anclarlo al suelo, a cómo tratarlo y hacer el mantenimiento”, relatan. Hace año y medio, en uno de los diferentes cursos de bioconstrucción que organizan, colocaron 500 fardos de paja a la pared, un sistema de aislamiento con todas las garantías de seguridad, y construyeron un nuevo sistema de calor.  

La última de las iniciativas llevadas a cabo en este camino hacia la reconversión del pajar en teatro ha sido la construcción de las gradas que ha realizado alumnado del Curso de Formación Profesional de ALE (Aretxabaletako Lanbide Eskola), escuela de herrería del Alto Deba: “les pusimos el reto de construir una gradas, solo les dijimos qué queríamos como producto final y ellos hicieron todo el proyecto, desde el diseño a la construcción”. Ahora en Garaion disponen de cinco tipos de gradas de hierro distintas “ahora nos toca limpiarlas, pintarlas, hacerlas ignífugas… lo haremos nosotras en un próximo auzolana que organizaremos”. Faltará solo el aislamiento del techo y colocar todo el sistema técnico que permita en un futuro cercano lograr la financiación para poder hacer una programación estable en otoño y primavera.

Estructuras de hierro para las gradas / Yone Estivariz

En septiembre realizarán un nuevo curso de bioconstrucción, con el apoyo de alumnado de la escuela de construcción de Vitoria-Gasteiz, de un mes de duración dirigido a personas desempleadas: “nosotras seguimos trabajando en esta línea, en esta ocasión con la colaboración de la Diputación y de la Fundación Vital. Este auzolana nos permitirá seguir terminando cosas: el aislamiento de la casa exterior, un sistema de calor que una la casa pequeña con la grande y un baño seco accesible en el exterior”, nos cuentan.

Detalle del aislamiento exterior / Yone Estivariz

Espacio de creación en el entorno rural

“Repetiré hasta la saciedad que nosotras si seguimos aquí es por las abuelas de Ozaeta que apostaron por nosotras”, afirma Amaia entre sonrisas. Y es que el trabajo que han realizado en su contexto más cercano ha contribuido a ser aceptadas y reconocidas por vecinas y vecinos: “es importante saber dónde estás”, afirma Julia. Hace unos años ayudaron a construir un economato en Ozaeta, hecho que les permitió conocer a mucha gente, “entre ellas muchas personas mayores, que tuvieron un espacio donde socializar, donde comprar sin tener que hacer grandes desplazamientos”. 

También ayudaron a poner en marcha, en la zona de Barrundia, la escuela creativa itinerante Etxeako, que actualmente gestiona la asociación de madres y padres. “El mundo rural necesita de espacios creativos, culturales y de encuentro, igual que los necesita la ciudad, y más los pueblos de Álava que están muy aislados”, afirman. Y esta afirmación es patente cuando se observa la vida que dan al espacio niñas y niños, padres y madres, abuelas y abuelos de la zona: “todas estas personas son las verdaderas dueñas de Garaion, entran aquí y están como en su casa. La gente nos agradece mucho tener este espacio, pero nosotras también agradecemos que se nos haya dejado hacer y que hayan confiado en nosotras”, reconocen. Aunque la respuesta de la sociedad es muy positiva, no todo es un camino de rosas. La financiación para mantener un espacio de estas características se convierte para los gestores y gestoras de estos espacios culturales en una lucha diaria: ”faltan puentes, y falta creer en todo lo que se aporta. A nosotras, como a tantas otras compañeras, no nos queda otra que trabajar mucho la imaginación para seguir vivas, porque hemos vivido la crisis total, y ahora vivimos con incertidumbre, y eso es muy duro”.

Para quienes no se hayan acercado aún a Garaion, este nuevo curso puede ser una buena oportunidad para dejarse maravillar por el entorno, y disfrutar del arte y la cultura. Las próximas citas serán el Ipuinen Eguna, que se celebrará durante el mes de septiembre, y el Zirko Eguna, que llegará con el mes de octubre. 

Vistas desde Garaion Sorgingunea / Yone Estivariz

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