CONVERSANDO«No entiendo las relaciones si no son, a partir del verbo, compartir.»

«No entiendo las relaciones si no son, a partir del verbo, compartir.»

Koldo Mendaza, fotógrafo y profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria-Gasteiz.

El fotógrafo vitoriano Koldo Mendaza lleva más de 20 años compartiendo en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad su forma de ver y entender la fotografía. Fotógrafo por indudable vocación, encuentra en la fotografía y en el proceso fotográfico una forma de expresión donde plasmar aquello que le emociona, motiva, duele y ama, entre otras muchas cosas que le permite esta gran pasión.

Pasión que comparte en sus clases, con sus alumnos y alumnas. Lejos de un modelo academicista donde el profesor es quien tiene el conocimiento absoluto, Koldo vive la enseñanza desde el “compartir” y acompañar, alentando a quien le escucha a pararse, mirar, observar, reaccionar o provocar.

Fotografía: Eider Iturriaga

¿Quién es Koldo Mendaza?

Soy fotógrafo. Me gusta esa palabra: fotógrafo. Lo cual no quiere decir que vivas de la fotografía. Pero sí, soy fotógrafo. También soy un provocador a veces, otra veces no. Provocar y agitar sin palabras que también me gusta, creo que como fotógrafo y agente cultural son palabras que tienen que estar en nuestro diccionario. Supongo que estas también me acompañan en mi labor como profesor, provocar y compartir con otras personas lo que la fotografía es para mí. Así pues, por lo que me ha tocado ser y por lo que yo también he decidido y he elegido ser: soy fotógrafo y profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria-Gasteiz.
 
¿Qué es ser fotógrafo para ti?

Decía Sergio Larraín que “ser fotógrafo es amar la fotografía”. Como ser fontanero es amar la fontanería. Es decir, hacer algo que de alguna manera sea lo tuyo, y lo intentas hacer de la manera más chula posible.
 
Un fotógrafo es alguien que ama la fotografía. Yo creo que las cosas hay que hacerlas por amor. Por amor, por pasión… Si lo hago es porque voy a poner toda mi intención en ello, porque hay un amor por lo que haces y quieres hacer.

Para mí la fotografía es un compendio de emociones. A mí me emociona mucho, me gusta mucho el acto de mirar y observar. Soy un “mirón” por naturaleza. El mundo es muy cambiante y mirar lo que pasa a mi alrededor me mola mucho, porque pasan cosas y como no estés atento, en cuestión de segundos esa imagen que teñías delante desaparece. Así que este invento de la “cajita” (la cámara), a través de la que tú miras, te gusta algo y lo atrapas, sin duda, fue un gran invento.

Es una forma de expresión fácil, pero que, además, en el caso de la fotografía, esconde un proceso de formación de imágenes que a mí siempre me ha subyugado mucho desde que era pequeño. Es esa historia del laboratorio, es decir, el propio proceso. Y a mí el proceso me encanta. Me encanta meterme en el laboratorio, revelar, hacer mis copias… Para mí este proceso de laboratorio es una verdadera liturgia, algo mío, que trabajo manualmente con tiempo y dedicación. Y el objeto que sale, “un papel que encierra una imagen”, una imagen que tú has capturado, a través de la cual de puedes expresar y compartirla con otras personas. Me gusta mucho buscar un final a esas fotografías, un pequeño libro, una exposición…Lo que sea, un final, a poder ser público, donde poder compartir eso que tanto ha supuesto para mí.

¿De dónde nace ese deseo de compartir?

Yo no entiendo las relaciones si no son, a partir del verbo, compartir. Los docentes tenemos que compartir, tenemos ese deber, pero esas personas tienen que compartir con nosotros también lo que llevan dentro, sus experiencias vitales, sus ganas, sus deseos, sus miedos, lo que sea.

La palabra y el verbo compartir es un verbo chulo. Como fotógrafo compartes cosas. Yo hago fotografías y quiero que esas fotografías sean compartidas. Las hago yo porque me apetece y porque son las mías, pero luego se las ofrezco a otras personas para que ellas sean quienes piensen, decidan y transmitan, o que explosionen con esas fotografías de la manera que quieran.
 

Todos los actos creativos tienen que tener esa base, la de la provocación.

Es decir, suscitar “un algo”. Yo creo que la cultura no tiene que ser entretenedora, tiene que ser provocadora. Para entretener hay otro tipo de actividades. Pero si estamos hablando de creación y si la creación son las tripas de uno que salen fuera, debemos intentar buscar una reacción.

Cuando yo voy a ver una exposición, yo quiero emitir mi opinión. Creo que las exposiciones, las actividades, los conciertos, la poesía, un libro, cualquier cosa, tiene que suscitar en la persona que lo ve, escucha, lee o siente, una respuesta. Su respuesta.

Y, en mi caso, son mis imágenes las que creo que tienen que servir para eso, para que alguien emita un juicio. Y no es un juicio que a mí me deba importar, es decir, quiero que sea tu juicio, tu opinión. Una opinión que es una respuesta a algo que ha provocado algo en ti y que, por tanto, es súper-válido y, sobre todo, que para ti es lo que tiene que importar.

“Provocar una reacción, la tuya propia”. Pero, y ¿qué ocurre con esas personas que quieren entender el sentido de quien ha creado esa obra?

No se puede – (lo repite tres veces). Creo que estamos muy mal aprendidos. Hay una frase que dijo el antiguo director de la Escuela de Artes y Oficios, que era “hay que aprender a desaprender”. Y creo que es verdad, estamos muy aprendidos desde la escuela por un tipo de enseñanza que es muy enciclopédica, es demasiado formal. No nos han enseñado a mirar con otros ojos que no sean los biológicos. Ese hecho tan manido del lado derecho y del izquierdo del cerebro es una gran verdad. Necesitamos buscar explicaciones a todo. Y lo que no entendemos nos chirría, nos provoca explosiones en la cabeza.

Pero, hay que mirar de otra manera. En fotografía, que es mi caso, es importantísimo mirar de otra manera. Dice David Jiménez que “ver de otra manera es pensar de otra manera”. Y viceversa, “pensar de otra manera es ver de otra manera”. No hay que entenderlo. Queremos, pero no hay que entenderlo todo. Un creador, un fotógrafo, un pintor, hace sus cosas, sus pajaradas y bastante tiene o tenemos con entendernos a nosotros mismos como para encima intentar que los demás entiendan lo que hacemos.

Fotografía: Eider Iturriaga

Vivimos rodeados de imágenes…

Así es. Todo el mundo hace fotografías ahora. El siglo XXI es, sin lugar a duda, el siglo de la imagen. Nuestra forma de comunicarnos es a través de imágenes, tanto jóvenes como adultos, todo el mundo. Los críos y las crías se comunican con imágenes, con vídeos, a través de Tik Tok en los que representan algo y quieren comunicarlo. Y nosotros también. Si vamos al Zazpi a cenar, por ejemplo, seguramente le haré una fotografía al menú, te lo mandaré por WhatsApp y tú verás esa fotografía y dirás, “yo quiero el pollo completo y una caña”.

Nos vamos a Venecia y nos hacemos un selfie y estamos sonrientes y mandamos esa fotografía a nuestras amistades para que vean que estamos en Venecia y que somos felices. Hay que comunicarse y las imágenes nos lo permiten. No podemos cerrarle la puerta a la comunicación y la forma que tenemos de hacerlo.

Claro que no somos fotógrafos, quizás porque tampoco hay una educación visual. No es una queja ni muchísimo menos. Y si fuese una queja, posiblemente sería una queja contra mí mismo, porque los que nos decimos docentes, somos quienes tenemos el deber de enseñar a mirar de otra manera, al menos, a ese pequeño grupo al que nos dedicamos, porque evidentemente desde las aulas no te puedes dedicar a todo el mundo.
 

¿Cómo enseñar a mirar de otra manera?

En ese sentido debo ser un poco cauto, porque eso de enseñar a otros es un poco pretencioso. Pero es cierto que, en principio, cuando alguien viene a una escuela, sea la que sea, quizás es porque quiere buscar luz. Luz en el sentido de, quiero aprender algo, quiero aprender una técnica, quiero saber más. Y, muchas veces, esas personas se encuentran con nosotros, con los profesores, un referente en quien encontrar eso que estás buscando. Entonces hay que tener cuidado, es una responsabilidad ponerse delante de esas personas.

Yo creo que hay mucha responsabilidad para emitir juicios delante de estas personas que confían en ti y que vienen a escucharte y a que les enseñes. En la Escuela intentamos enseñar fotografía de la manera más honesta posible. Lo que nosotros creemos que es la fotografía, por supuesto. Pero lo que intentamos es alentar a mirar. Y una vez que conseguimos que paren, miren y observen la imagen que tienen delante, podemos enseñar a mirar la luz que cae sobre eso que están mirando, sus sombras… Y la técnica. Pero la técnica es fácil, se puede aprender. Mirar, sin embargo, es más complicado; exige esfuerzo por parte de las personas que vienen a la escuela, de dejarse fluir, de tirarse a la piscina y a ver qué surge.

Esa es nuestra labor, alentarles y acompañarles en su proceso. En la escuela intentamos no enseñar a través de esto está bien o esto está mal, porque los conceptos bien-mal son muy subjetivos. Yo no sé qué es lo que es bueno o malo para ti, sé lo que es bueno o malo para mí y te puedo dar mi opinión. Cuando un alumno me pregunta si su fotografía es buena siempre respondo “no tengo ni idea, contéstate tú”. Y, a veces, eso les resulta frustrante porque muchas veces queremos saber, pero no se puede. Y eso es algo que me gusta mucho es esta escuela, y es que propone más preguntas que respuestas.

Fotografía: Eider Iturriaga

¿Qué es la escuela para ti?

La Escuela es un sitio realmente importante para mí. Es muy importante. Yo tenía muy claro hace 22 años cuando vi aquí la plaza que esto a mí me molaba. Siempre me ha gustado el rollo de estar con otras personas y de compartir. La escuela es un espacio donde para mí no hay una frontera entre profesor y alumno, un lugar en el que creo que las personas vienen con una libertad absoluta para hacer. Es un sitio donde poder conocer a diferentes personas, conocer sus historias, sorprenderte, admirar y compartir.

De una u otra forma es un lugar de creación en su sentido más amplio. También en el de la creación de vínculos. A la escuela vienen personajes luminosos, y me gusta, me gusta mucho, que sea aquí precisamente donde poder encontrar y crear un vínculo con estas personas.
 

¿Algún proyecto entre manos?

¿Quieres saber si saco un librito? A raíz de la última exposición lo cierto es que me ha gustado mucho el formato libro, así que puede que sí, ahí estoy. Estoy dándole vueltas a una historia; a mí me gustan mucho las personas, la gente que me rodeo, quien descubro, con quien conecto… Y como fotógrafo me gustaría crear una historia con esas personas, con gente que “pinta algo” en la vida. A lo mejor, es un pintor que pinta. Todavía no tengo claro cómo será, pero sí que lo que quiero es fotografiar a gente que pinta algo, que en esta vida pinta algo.

Fotografía: Eider Iturriaga

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