El agente cultural Gorka Basterretxea se echa a la espalda más de 25 años en la gestión de espacios culturales y de exposiciones. Primero como montador de exposiciones entre Donostia y Vitoria-Gasteiz, más tarde y durante 17 años en la librería y sala de exposiciones Zuloa, y finalmente en su propia galería de arte contemporáneo Talka Galeria, espacio que tras la pandemia tuvo que cerrar sus puertas, pero cuya esencia, sin embargo, Gorka ha sabido mantener viva.
Comisario y gestor cultural itinerante, Gorka se mueve por todo Euskal Herria y sirve de apoyo para nuevos/as creadores/as y artistas ya consolidados/as. Hijo de Nestor Basterretxea, la cultura y el arte siempre han tenido una gran presencia en su casa, y de manera natural también se convirtió en su medio y estilo de vida.
¿Quién es Gorka Basterretxea?
Una persona vinculada al mundo de la cultura. O, al menos, eso intento, estar en este mundo y profundizar e investigar sobre ello. Siempre he estado ligado a la cultura, porque mi familia, de una manera u otra, es consumidora y agente cultural. Durante muchos años estuve trabajando en la librería Zuloa, luego abrí la galería de arte contemporáneo Talka. Para entonces ya había estado en muchas exposiciones de mi padre, preparando y montando. Debido a la pandemia tuve que cerrar Talka como espacio, pero sigo con el proyecto. Todos los trabajos y proyectos que tengo hoy son consecuencia del camino emprendido en aquel espacio.
Tu padre, Nestor Basterretxea, ha sido fundamental en tu vinculación con la cultura y el arte. ¿Cómo fueron tus primeros pasos en este mundo?
En casa hemos visto, sentido y aprendido cultura desde siempre. El arte siempre ha tenido una presencia importante en nuestra casa. Nuestras puertas estaban siempre abiertas y por nuestra mesa han pasado muchos artistas y personas del ámbito cultural. Eso, de alguna manera, moldea tu personalidad, es fácil seguir por el camino que has visto y aprendido. Cada persona a su manera, pero toda la familia tenemos cierta relación con el arte. El hecho de que mi padre fuera artista influyó mucho.
Tus primeros pasos fueron en la librería y sala de exposiciones Zuloa. ¿Cómo es gestionar un espacio así?
Todo surgió a raíz de una conversación entre el que era responsable de la librería en esa época y yo; me propuso que siguiera con su proyecto y acepté. Las personas responsables de la librería tenían muy claro que en Zuloa el protagonista era el cómic (así lo es, hoy en día también). Y para mí era un reto muy bonito seguir con lo que ellas habían empezado y mantener la esencia de Zuloa.
Aparte del cómic, tenían libros de arte y de ilustración, y en esa línea seguí yo también. Hoy Zuloa es un espacio de referencia de cómics y libros de arte. En la planta baja hay una sala de exposiciones que, a pesar de que en la mayoría de las ocasiones acoge exposiciones relacionadas con algo de la planta superior o con un cómic que se acaba de presentar, también está abierta a que otros/as artistas plásticos pueden exponer sus obras.
Cuando empecé estaba yo solo en la librería y en esa sala estaba Iñaki Larrimbe como responsable. Años después, Iñaki se embarcó en otro proyecto, la librería se amplío y, para entonces, contábamos con un bonito equipo de trabajo. Por ello, nos hicimos cargo nosotros mismos de la sala de la planta baja y la destinamos a presentaciones de libros, discos y cómics, principalmente. Pero, de cualquier forma, siempre ha mantenido su esencia como un espacio abierto a artistas y personas creadoras de diferente índole.
¿Por qué tú?
En realidad fue una propuesta mutua. Él quería irse al extranjero y legar el proyecto en manos de alguien que mantuviera sus raíces. Durante meses estuve trabajando a su lado y aunque no pude aprender todo, él emprendió su viaje y yo asumí la coordinación de la librería. ¿Qué por qué yo? Supongo que siempre he estado inmerso en este bonito mundo de la cultura, junto a mi padre, montando exposiciones aquí y allí, en Donostia, también en Vitoria… Y honestamente el mundo de los libros siempre me ha resultado apasionante.
He de confesar que cuando empecé pensé que el trabajo sería más sencillo. Y, ni mucho menos, gestionar semejante librería y espacio cultural es un trabajo tedioso. Por suerte, tuve un buen profesor y me llevó a meterme de lleno y darlo todo desde el primer momento.
17 años después decidiste tomar otro camino: Talka Galeria. Valiente tú. Una galería de arte en Vitoria.
Fueron muchos años en Zuloa, sí, los años transcurrieron y me llegó el momento de seguir otro camino. En aquel momento no había galerías de arte en Vitoria-Gasteiz, salas culturales y espacios creativos sí, pero no existía ninguna galería de arte, en el sentido tradicional. Aunque había estado en muchas galerías y había participado en el montaje de muchas exposiciones, la gestión de una galería era algo completamente nuevo para mí. Tuve la oportunidad de conocer por dentro ese cercano pero desconocido mundo, de conocer los entresijos que se daban en él y los choques, claro. Fue una experiencia muy bonita. Y qué decir de la relación directa que pude establecer con los/as artistas.
Cuando entras en un nuevo proyecto lo haces con ilusión, con todas tus fuerzas y apuestas todo por ello, para poder llevarlo a cabo. Y aunque en la galería estaba yo la mayoría del tiempo, también conté con la ayuda de mi mujer y de mi hijo, y eso, sin duda, supuso que el proyecto a adquiriera un sentido aún más bonito.
Nuevas personas creadoras y artistas locales.
Si bien abrí la galería con una exposición de mi padre, mi idea o el camino que quería que la galería siguiera siempre tuvo un objetivo concreto. Por un lado, dar la oportunidad a nuevas personas creadoras de realizar una exposición en una galería y de exponer sus obras de arte y, de paso, que ellas mismas conocieran y descubrieran todo lo que supone una exposición. Y es que muchas veces los/as artistas desconocen toda la responsabilidad y el trabajo interno que conlleva una exposición. De una u otra manera, me propuse contribuir a ese proceso de aprendizaje.
Y, por otro, quería trabajar con artistas que ya tienen un nombre. Al principio empecé con artistas de aquí, de Álava, por cercanía. Pero poco a poco extendimos Talka a toda Euskal Herria.
¿Cómo es la “práxis” de un galerista?
Aunque muchas personas no lo sepan, el trabajo de una galería no sólo es mostrar la obra de arte. Es fundamental tener una estrecha relación con el o la artista. Tal vez la palabra no sea “estrecha”, pero sí una relación donde las partes se conozcan y entiendan. Esa relación surge de manera involuntaria casi desde el principio; desde el primer diálogo se empieza a conocer al o la artista, y viceversa. Hay que elegir las obras de arte, dependiendo del espacio, de la temática, etc.; hay muchas condiciones cuando se eligen las obras que conformarán una exposición. También hay que diseñar el recorrido de la exposición, y tú tienes una idea, el artista la suya… Es necesario llegar a un acuerdo que refleje tanto la esencia de la persona creadora como la identidad de la galería.
Y el tema del dinero. Los objetivos de la galería de arte son dos: mostrar y vender arte. Y, por tanto, hay que acordar el porcentaje del artista y de la galería. Por ello, es importante la relación, comunicación y transparencia entre ambas partes. No siempre es fácil, pero con intención y buen hacer se consigue un beneficio mutuo.
Es más difícil cuando la exposición está compuesta por varios/as artistas, ya que también tienen que ponerse de acuerdo entre ellos/as. Pero, aun así, yo he vivido experiencias muy bonitas y he formado relaciones que aún sigo manteniendo.
A pesar de que Talka Galeria, como espacio físico, está cerrada, el proyecto sigue vivo.
Ocurrió algo curioso. Cuando ya estaba tomada la decisión de cerrar la galería, se puso en contacto conmigo la Fundación Juan Celaya. Esta fundación, a grandes rasgos, tiene como objetivo apoyar y promocionar la Cultura Vasca, en su expresión más amplia. Con este objetivo, impulsan diferentes actividades relacionadas con la cultura vasca y necesitaban un asesor que les apoyara en ese aspecto. Me lo propusieron y acepté. Es una colaboración muy enriquecedora porque soy capaz de llevar adelante diferentes propuestas con su apoyo.
Por un lado, trabajo directamente con artistas plásticos, difundiendo sus obras de arte por todo Euskal Herria. Por ejemplo: la exposición “Tres ejercicios de tiro” de Miriam Isasi en Zuloa; o “Txepetx” de Zaloa Ipiña en la Casa Garcetas de Biasteri, entre otros. Pero, por otro lado, con la Fundación tenemos recursos para organizar y producir otro tipo de exposiciones sobre un tema concreto. Recientemente, por ejemplo, el proyecto y la exposición titulada “Emakumea Ardogintzan”, en la que han estado inmersas desde una persona ilustradora hasta una historiadora o una traductora.
Aunque no tengo espacio físico, sigo trabajando con diferentes artistas y los fundamentos del proyecto Talka siguen vivos, uniendo a artistas y a espacios culturales y buscando oportunidades para mostrar sus obras de arte.
¿Es importante crear una red de artistas, agentes y espacios culturales?
Sí, por supuesto. Siempre he sido partidario de crear red. De hecho, ya lo he intentado, y seguiré haciéndolo. ¿Por qué no movemos una exposición en Vitoria-Gasteiz a Bilbao? ¿O de Donostia aquí? Por poner un ejemplo. No lo sé, pero no se hace. Y al intentarlo, te das cuenta de que es más difícil de lo que piensas. Las exposiciones se montan y desmontan. Empiezan un día y terminan otro, no tienen movimiento ni continuidad. Una pena. Hay que simplificar las estructuras para que estas exposiciones sean itinerantes y se abran a un público mayor.
El año que viene, en 2024, se celebra el centenario del nacimiento de Néstor Basterretxea, también de Chillida. Y estoy preparando diferentes exposiciones en homenaje a Basterretxea en distintos puntos de Euskal Herria. Mi intención es empezar en un lugar y desplazarme a otros lugares. Así que, en la medida de mis posibilidades, estoy construyendo el camino para tejer esa red.
¿Es difícil mantener una galería de arte?
Cuando abrí la galería muchos me advirtieron de que en Vitoria-Gasteiz, en Álava, no había costumbre de comprar arte. Sin embargo, eso no me detuvo. Pero, sí que es cierto que conseguí menor impacto del esperado. La razón no la sé, supongo que será verdad que aquí no hay cultura para comprar arte. O quizá también influyera que ha cambiado la forma de comprar y de conseguir arte. En general, hemos cambiado la forma de consumir, queremos conseguir las cosas casi de forma inmediata. Incluso, los/as propios/as artistas entienden de otra manera la creación, el arte y su forma de mostrarlo y venderlo. No es ni peor ni mejor, es diferente, y tienes que adaptarte al momento y buscar el equilibrio con lo que haces.
Disfrutar el arte.
Recuerdo que de pequeño íbamos con mi padre al museo El Prado -o al Museo de Bellas Artes de Bilbao o de aquí-. Y mi padre cada vez que se ponía delante de un Velázquez, no podía evitar que el nervio y la emoción le invadieran. Ponerse delante de una obra de semejante artista le emocionaba. Y, en consecuencia, a nosotros también. De forma inconsciente, sientes esa emoción, ese nerviosismo. Ver así a la persona que tienes al lado, te contagia. Y desde entonces, yo también cuando me pongo delante de un cuadro o de una escultura, me pongo nervioso, me emociono. Como cuando escuchas buena música, ¿no? De repente te pones a llorar, o te sale una sonrisa, todos nos hemos enamorado alguna vez de una canción. Eso es la cultura, eso es el arte. Aunque no nos demos cuenta, pero todos los días vemos, sentimos y aprendemos cultura.