“Tomar la decisión de no hacer la octava edición fue doloroso, pero fue responsable también”, cuenta Helena González, codirectora ejecutiva. El motivo fue claro: una falta de recursos económicos que amenazaba con poner en peligro la calidad y sostenibilidad del proyecto. “No podíamos seguir haciendo festivales sin saber, incluso al arrancar, con cuánto presupuesto contamos”, añade Ricardo del Conde, también codirector.
La pausa forzada sirvió, sin embargo, para consolidar una idea que ambas entidades impulsoras –Zinhezba y Kalakalab– venían reivindicando desde hace tiempo: que Gaztefilm no es solo un festival, sino un proyecto cultural integral. A lo largo de todo un año de intenso trabajo político y comunitario, lograron que tanto Ayuntamiento como Gobierno Vasco reconocieran la singularidad del proyecto y se comprometieran a garantizar un mínimo de estabilidad presupuestaria. “Lo conseguimos, o lo estamos consiguiendo. Hemos encontrado la fórmula para colaborar con ellos”, explica Helena. Un paso adelante clave para poder afrontar el futuro con garantías.

Más que un festival: una comunidad educativa y cultural
Gaztefilm Fest trabaja durante todo el año con escuelas, colectivos culturales y agentes sociales. A través de talleres de programación, doblaje, comunicación, diseño y presentación, niños y niñas participan activamente en todas las fases del proyecto. “Estamos formando nuevos públicos críticos, jóvenes que ven cine durante todo el año y que aprenden a programar, a entenderse como agentes sociales y críticos”, afirma Helena. De hecho, es el único festival de estas características en Euskadi y uno de los pocos en todo el mundo.
Durante el parón, se mantuvo encendida la llama. “Hicimos sesiones con escuelas para que los coles supieran que no nos habíamos ido, solo que este año era distinto”, recuerda Ricardo. Gracias al compromiso de entidades como Fundación Vital, que mantuvo su apoyo incluso sin festival, pudieron sostener el trabajo de base.


Un renacimiento necesario
Ahora, en 2025, Gaztefilm regresa con ilusiones renovadas y nuevas apuestas. Una de las grandes novedades es el refuerzo del trabajo con jóvenes. “Seguimos trabajando con jóvenes porque están muy abandonados culturalmente. Vamos a hacer una programación juvenil sólida, con patas”, explica Helena. Bajo el título Zinemaz blai, desarrollarán actividades específicas en junio, y lanzarán Pantaila Irekia, un programa donde jóvenes programadores/as seleccionarán cortometrajes para proyecciones públicas en otoño.
La programación infantil mantiene su esencia, con el doblaje al euskera como uno de sus pilares. “El respeto a las versiones originales es fundamental para nosotras. Queremos acercar cine de todo el mundo en su idioma original, pero también hacerlo accesible al público infantil que aún no lee subtítulos”, señala Ricardo. Para ello, han desarrollado talleres de doblaje que permiten que adolescentes pongan voz a personajes infantiles, conectando generaciones de manera creativa y afectiva. “Es muy importante que niñas y niños puedan escuchar otras lenguas, otros acentos, otras sensibilidades”.
Además, los y las más pequeñas también participan en talleres de creación visual, diseño de imagen del festival y programación de contenidos. “Es un proyecto que apuesta por la alfabetización audiovisual. Queremos que los niños y niñas aprendan a mirar, a preguntarse cosas, a construir pensamiento propio”, subraya Helena.

Diversidad, derechos humanos y compromiso social
Gaztefilm no solo es una fiesta del cine, sino también una plataforma para pensar el mundo. Sus contenidos abordan cuestiones como la migración, el racismo, la empatía entre pueblos o los derechos humanos. “No vamos a traer cualquier historia: buscamos películas que transmitan dignidad, que traten a los seres humanos como se merecen”, dice Helena. Esta línea viene de lejos: Zinhezba lleva 25 años trabajando en centros escolares con un programa de cine y derechos humanos que ha sembrado conciencia crítica en cientos de aulas.
El compromiso social también se refleja en la manera de hacer. “Colaboramos con la red del barrio, con la sala Baratza, hacemos las fiestas del barrio… No solo son los contenidos, sino cómo los acercamos”, apunta Ricardo. El festival se despliega por diferentes espacios y plazas, y llega a públicos diversos con actividades abiertas, gratuitas y con fuerte acento comunitario.

Cine desde la infancia, para la infancia
Una de las claves de Gaztefilm es su firme apuesta por la representación. “Hay muchos niños y niñas que nunca se ven reflejados en lo que ven. Ni en la tele, ni en el cine”, subraya Helena. Por eso, cuidan especialmente la diversidad de protagonistas, idiomas y estilos narrativos. El objetivo es que cualquier niño o niña pueda verse en la pantalla, identificarse con una historia y descubrir que su mundo también importa. “Es muy satisfactorio cuando un niño puede decir: por fin me he visto en una pantalla”.
Relación con las escuelas: una puerta abierta a nuevos públicos
El vínculo con los centros escolares es fundamental. El festival colabora de forma estable con escuelas como Ramón Bajo o Aldaialde, y lanza cada año una convocatoria abierta a todos los centros de la ciudad. A través de las sesiones escolares, muchas niñas y niños que nunca han ido al cine pueden tener su primera experiencia cinematográfica. “Es una semilla. A veces vuelven a casa diciendo: mamá, no sé qué es esto, pero llévame otra vez”, cuenta Helena entre risas.
Además, este trabajo se hace desde la corresponsabilidad. “Sabemos que los centros están saturados. Pero también que agradecen tener propuestas que despierten sensibilidad, creatividad y pensamiento”, añade Ricardo. Por eso, Gaztefilm propone materiales pedagógicos, adapta horarios y ofrece acompañamiento para que el cine no sea una carga, sino una oportunidad educativa.

Una edición que ya calienta motores
La edición de 2025 se celebrará del 21 al 30 de noviembre, con sesiones escolares previas del 10 al 14 y del 17 al 21. Aunque todavía hay aspectos por cerrar, ya se han confirmado colaboraciones con Artium o L´atalante; y México será el país invitado. El festival mantiene sus secciones competitivas, programas especiales como Atzera Begira, e incluirá nuevas secciones sobre la representación de la infancia en el cine.
“Creemos que otro mundo es posible, porque está ahí”, concluye Helena. Y Gaztefilm Fest quiere ser una de esas ventanas que nos ayuda a verlo.

Fotografías: Rocío López