Pocas instituciones de Vitoria-Gasteiz pueden presumir de rozar los 100 años de actividad y el Conservatorio de Música Jesus Guridi es una de ellas. Su historia se remonta a 1928, cuando el Ayuntamiento fundó el Conservatorio Municipal de Música, ubicado en el Casco Viejo.
Desde 1935 sus estudios son oficiales, pero ha sido en el transcurso de los últimos años cuando se han producido las grandes transformaciones. En 1980, su entonces director, Carmelo Bernaola, impulsó la construcción de un nuevo edificio, que vió la luz cuatro años después frente a la plaza de la Constitución. Otro acontecimiento clave fue la concesión del Grado Superior en 1990. Así, en 1996 cambió su denominación a «Conservatorio Superior de Música».
Casi un siglo después de su nacimiento, el centro cuenta con 75 profesores/as y más de 450 alumnos/as cursando enseñanzas elementales y profesionales. Las primeras están dirigidas a niños y niñas a partir de los 8 años y, durante cuatro cursos, se inician en el canto, el discernimiento auditivo, la lecto-escritura musical, la práctica musical colectiva y la adquisición de una destreza instrumental básica.
Los seis cursos de las enseñanzas profesionales ofrecen una formación musical integral, interdisciplinar y transversal, siendo el instrumento el eje vertebrador de este camino. Una vez finalizados los estudios, el alumnado obtiene el Título Profesional de Música de la especialidad cursada.
Go Gasteiz Kultura ha hablado con Ibon Zamacola, vicedirector del centro, para conocer más a fondo el trabajo que se realiza en el Conservatorio de Música Jesus Guridi.
¿Cuáles son las principales razones por las que vuestro alumnado llega al Conservatorio?
Inicialmente casi todos/as comienzan por el impulso de la familia, muchas veces como una extraescolar más. Pero el Conservatorio tiene una estructura piramidal en la que entran muchas personas pero no todas llegan hasta el último curso. Muchas lo van dejando y se van quedando por el camino. Esto lo notamos sobre todo cuando el alumnado pasa a Bachillerato, el nivel de exigencia en el colegio o instituto es cada vez más alto y en el Conservatorio también.
¿Cuáles son los instrumentos y las asignaturas estrella?
El Conservatorio tiene casi 100 años de historia y esto es algo que no cambia a pesar del tiempo: el piano, el violín y la guitarra son, sin duda, los instrumentos estrella. De hecho, suele haber lista de espera para poder acceder sus enseñanzas. El alumnado entra con 8 años, pero muchos de ellos ya han empezado antes a tocar en Luis Aranburu o en otras escuelas privadas.
¿Sigue ocurriendo con frecuencia que los/as alumnos/as que terminan una formación musical intensa guardan el instrumento para no sacarlo en años o esto ha cambiado a lo largo del tiempo gracias a que los conservatorios han ido modificando sus objetivos y metodologías de trabajo?
Eso depende más del propio alumnado que de la metodología de trabajo. De todas maneras, la enseñanza ha cambiado muchísimo a lo largo de los años. Los objetivos del Conservatorio ya nos son tan elitistas como antes; ahora se refuerza al/a alumno/a que más le cuesta y todos/as pueden estudiar hasta cierto nivel. Además, desde el centro intentamos organizar conciertos para que se acostumbren a acudir a las salas, se enganchen a la música y a los conciertos y para que aprendan a demandar cultura.
Por otra parte, Educación nos lleva en el mismo paquete que a Secundaria y nos exige actualizaciones, refuerzos, metodologías distintas, transversalidad dentro de las asignaturas, etc. Administrativamente, el profesorado tiene mucha más carga y la formación es obligatoria. Está todo más ligado a lo que pasa en Secundaria; número de horas, atención y guardias por parte del profesorado.
La música clásica ha sido la que históricamente más presencia ha tenido en los conservatorios pero, a día de hoy, ¿qué estilos se estudian e interpretan, qué renovaciones hay en el repertorio al que el alumnado se aproxima? ¿Cómo convivís con los otros gustos musicales que seguramente muchos/as de vuestros/as estudiantes tendrán? ¿Tiene encaje la música popular en la enseñanza?
Los dos últimos cursos de las enseñanzas profesionales se ajustan a las inquietudes académicas de nuestro alumnado, lo que incluye las líneas de clásica y moderna, en la que hemos metido guitarra eléctrica, batería y otros estilos. Pero hay que tener en cuenta que la base de los instrumentos sigue siendo muy clásica y siempre recurrimos a ella. También intentamos que los coros estén actualizados y, por supuesto, en el Conservatorio hay hueco para canciones más actuales como las de Harry Potter o Disney por poner un ejemplo.
Además de todo lo relacionado con la música, ¿qué otras competencias y capacidades adquiere vuestro alumnado a lo largo de sus años en el conservatorio?
Adquieren sobre todo disciplina y responsabilidad, aprenden a trabajar en grupo y a colaborar. El alumnado tiene que ser autosuficiente. Es muy importante ser muy organizado/a y tener una metodología que se adapte a ti. El profesorado les guía por una metodología, pero es el/la propio alumno/a quien debe crear la suya propia desde la experiencia y desde el conocimiento.
¿Cuál es la salida profesional más habitual de las personas que acaban una carrera musical profesional?
Las salidas clásicas son dos: la figura del/la intérprete y la enseñanza. La enseñanza puede ser teórica o práctica, incluso universitaria, ya que actualmente se puede cursar la carrera de ‘Historia y ciencias de la música’, además de doctorados, etc.
En las enseñanzas profesionales también se imparte Gestión Musical, Producción Musical o Pedagogía, para que el futuro profesional del alumnado pueda tomar diversos caminos.
El conservatorio cuenta ya en miles los/as alumnos/as que han pasado por sus aulas y algunos de ellos han vuelto a su auditorio como músicos profesionales: ¿qué sienten en esa vuelta “a casa” y que sentís vosotros/as, como profesionales que les habéis acompañado durante años?
Todo el profesorado nos sentimos súper orgulloso, son parte de nosotros, de nuestro sello. Los años nos dan, además, una gran cercanía con ciertos/as alumnos/as a los que acabamos cogiendo mucho cariño, y ver que han llegado a algún sitio nos enorgullece. Hace poco, el pianista Alfonso Gómez, que actualmente es profesor en la Universidad de Música de Freiburg, estuvo en Vitoria y cada vez que viene aquí y actúa se emociona, esta es su casa.
¿Realiza el conservatorio trabajo con niños/as y jóvenes que no son alumnos/as del centro? Y de ser así, ¿con qué objetivos prioritarios?
Sí, los conciertos pedagógicos que organiza el Ayuntamiento se realizan en el Conservatorio y además participamos en ellos con cuatro proyectos: «La música está en ti» para alumnado de 2º de EPO, «El viento y la percusión» para 4º de EPO, «La cuerda y la orquesta» dirigido a 5º de EPO y «Sonido y electrónica», un taller de electroacústica dirigido a jóvenes de 3º de la ESO. A través de estas actividades buscamos generar público así como acercar la música clásica a los niños y niñas de Vitoria-Gasteiz.
También participamos en el Festival Bernaola, Ondas de Jazz y en el Ciclo de Música de Cámara. Además intentamos llevar agrupaciones del Conservatorio a los Martes Musicales de Vital Fundazioa y al Festival de Jazz. Generamos eventos culturales tanto para que el alumnado participe tocando como para que disfrute como público.
Ciertos lenguajes musicales como la clásica, el jazz, la música contemporánea o la experimental incluso tienen dificultades para conseguir, en sus programaciones, un relevo generacional a nivel de públicos. ¿Por qué ocurre esto y qué se debería reforzar en las políticas culturales para contrarrestarlo?
Hay que dar mucha más importancia a la cultura. La política de cultura gratis es muy dañina para la música. Muchas personas la desprestigian porque no tienen la vivencia de lo que supone una educación musical y no saben lo duro que es. Para que la gente se acerque a la música, esta debe ser entendida, y esto hay que aprenderlo en la escuela. La educación es la clave en todo este proceso, pero actualmente Música se toma como una asignatura ‘maría’ y está totalmente desprestigiada.
Sobre el posible nuevo auditorio, más allá de lo arquitectónico, ¿qué debería de contemplar el proyecto en cuanto a su contenido? ¿Podría este aportar en asuntos como el apoyo a los/as profesionales de la música, el apoyo a músicos en vías de profesionalización o la creación de nuevos públicos?
Debería ser, sobre todo, multifuncional. El auditorio es necesario, pero tiene que venir acompañado de una apuesta que lo mantenga vivo. Tiene que ir unido a una dotación que permita tener una buena agenda cultural, no solamente musical. Además, académicamente podría ser un gran apoyo para que los/as alumnos/as vean a profesionales de cerca y tenerlos como referencia. Es una forma de ocio cultural y educativa muy buena para niños/as y jóvenes.
¿Cuáles son los retos que afrontáis desde el conservatorio de aquí a 10 años?
Nuestro objetivo es generar público y cultura. Que la gente disfrute y vea el Conservatorio como una manera de enriquecimiento, de ocio y una salida profesional.