PROYECTOS¿Cómo será el mundo de aquí a 50 años?

¿Cómo será el mundo de aquí a 50 años?

Desde 2017, la Cooperativa Arrakala, gestora de la Sala Baratza de Vitoria-Gasteiz, forma parte del proyecto I will be everything (Dena Izango Naiz | Lo seré todo), en el que se trabaja sobre la idea de futuro con niñas y niños de entre 7 y 11 años.

Hannah Frances Whelan y Jemima Cano. / Yone Estivariz

¿Cómo será el mundo de aquí a 50 años? ¿Qué cosas nuevas habrá? ¿Qué desaparecerá? Estas y otras preguntas son las que han respondido más de 3.000 niños y niñas de entre 7 y 11 años de diferentes centros educativos europeos, entre ellos, seis ikastolas de Vitoria-Gasteiz.  

Junto con otras seis entidades culturales de distintos países europeos, se centran en trabajar la imaginación, la creatividad y el empoderamiento de los niños a través de la pregunta “¿Cómo será el mundo de aquí a 50 años?”.

Con todo el material generado en estos talleres, un equipo creativo internacional dirigido por Alex Dyrne (New International Encounter) creará un espectáculo teatral que girará por los 7 países participantes. 

Hannah Frances Whelan y Jemima Cano forman parte, junto a Unai López de Armentia, co-director de la sala Baratza, de este proyecto financiado por la Unión Europea a través del programa Europa Creativa 2014-2020 (subprograma cultura). Este programa de cooperación está dirigido a impulsar el sector de las industrias culturales y creativas y tiene como principales objetivos reforzar la capacidad de este sector para operar a nivel transfronterizo e internacional, así como impulsar la circulación y movilidad transnacional. 

Hablamos con ellas sobre el proyecto y la experiencia de participar en él.

¿Cómo entráis a participar en este proyecto europeo?

Hannah Frances Whelan [H.F.W]: A través de una relación que tenemos Unai, el co-director de Baratza, y yo con el director de la compañía de teatro británica New International Encounter. Hemos colaborado con él varias veces en Inglaterra, y desde que vinimos a Vitoria buscábamos la manera de hacerlo de nuevo porque tiene una forma de trabajar que nos inspira mucho. NIE ejerce de líder del proyecto y nos invitaron a entrar como socios.

¿Qué otras entidades participan en el proyecto?

H.F.W:  Somos siete en total: NIE en Reino Unido, que actúa como líder, y luego como socios estamos el teatro danés Odshered Teater, Theatre Mummpitz en Nuremberg, Nordland Teater que está situado en una zona rural noruega que se llama Moi Rana, Figur Krakow en Polonia, TaO! en la ciudad austríaca de Graz, y nosotros, Baratza. Algunos de ellos son teatros, otros son compañías y otros, como Baratza, son sala de teatro con una compañía residente.

¿Qué objetivos persigue el proyecto?

H.F.W: El primer objetivo es la co-creación. Es decir, darle voz en el proceso creativo a niñas y niños de entre 7 y 11 años de nuestro entorno más cercano, con el matiz de que estamos comprometidas a atender colegios con menos oportunidades. Tenemos el compromiso de tratar de incluir en el proyecto aquellos centros que por el perfil de las familias o el lugar donde están ubicados, no tienen tan fácil acceso a actividades culturales. Otro de los objetivos es reflexionar y trabajar conjuntamente en cómo acercar la cultura y el arte a familias con niñas y niños. El tercer objetivo es más transversal, que es facilitar la movilidad entre profesionales de la cultura y aprender cómo se hacen las cosas en otros lugares.

El proyecto dura tres años, ¿cuáles son sus principales fases?

H.F.W y Jemima Cano [J.C.]: Hay tres fases principales. La primera inició en junio de 2017, cuando comenzamos a diseñar el proyecto en su totalidad. Allí hubo muchísimas reuniones. Viajamos a los distintos países y nos juntamos todo el equipo para ver cómo íbamos a organizar el conjunto del proyecto. Estuvimos probando prototipos de talleres en distintos países para ver cómo trabajaban otras artistas y aprendiendo de lo que cada una de ellas proponían. Una vez definidos se llevaron a la práctica en las escuelas. A través del arte se dio herramientas para que los niños y niñas respondieran a la pregunta «De aquí a 50 años…», con dibujos, historias, etc. La segunda fase es la creación del espectáculo. Cada uno aporta de su país el material que ha trabajado con los niños y niñas, y a partir de este material generado se crea la pieza teatral. Justo en estos momentos se encuentra reunido el equipo que formará parte del espectáculo final. Cada socio aporta una figura a este equipo, ya sea un intérprete, un perfil técnico, etc. La tercera fase, ya sería la gira del espectáculo.

«Tenemos el compromiso de tratar de incluir en el proyecto aquellos centros que por el perfil de las familias o el lugar donde están ubicados, no tienen tan fácil acceso a actividades culturales».

¿Con qué colegios habéis trabajado aquí en Vitoria-Gasteiz y cómo ha sido la experiencia con los niños y niñas?

H.F.W: Estamos trabajando con Samaniego, Lakuabizkarra, Odon de Apraiz, López de Guereñu, Ramón Bajo y Aranbizkarra. Estos centros los elegimos por el criterio de que tenían que ser centros donde haya público con difícil acceso a la cultura. Los talleres no tenían ningún coste para las ikastolas, por lo que todas aceptaron. La experiencia con el profesorado ha sido muy positiva y con los niños y niñas también. Les dábamos total libertad a la hora de escribir. En este caso lo primordial no era la ortografía ni la expresión. Podían elegir el idioma con el que se sintieran más cómodos. Eso suponía mucha liberación para ellos y respondían mejor.

¿Recordáis algo que os haya llamado la atención de sus respuestas, sus relatos o sus dibujos?

H.F.W: Hablamos siempre del futuro y les damos tres tarjetas con tres colores. En la verde les preguntábamos por algo que siempre va a haber, en la roja por algo que va a desaparecer y en la amarilla por algo que va a haber nuevo. Se repiten muchas respuestas pero, por ejemplo, entre las cosas que siempre habrá nombran las ‘piedras’, ‘abuelos’ o ‘casas’. O entre las cosas que desaparecerán hablan de los ‘osos polares’, hablan del cambio climático. Dependiendo de la respuesta del niño, ves el enfoque que tiene, si tiene una idea más general del mundo o si tiene una necesidad más personal.

 

Jemima Cano./ Yone Estivariz

¿Cuándo se podrá ver el espectáculo final?

J.C: La gira arranca el 26 de septiembre con el estreno de la pieza en Dinamarca. Aquí en Vitoria los días 28, 29 y 30 de octubre se harán los pases para los centros que han participado en el proyecto y los días 2 y 3 de noviembre los pases abiertos al público. La actuación será en el Beñat Etxepare.

¿Cuál es vuestro rol en el proyecto y su gestión?

J.C: Hay una parte de responsabilidad que está completamente compartida entre los 7 socios. Cada uno se compromete a hacer talleres en colegios de su zona con un mínimo de niñas y niños, y también a programar y acoger el espectáculo final, participar en las tareas de administración, reunión y diseño de actividades. Otras responsabilidades son únicas, y en concreto la nuestra se llama «diseminación y archivo». Después de realizar el proyecto tienes el compromiso de retornar algo a la sociedad, y en nuestro caso tenemos que entregar dos guías: una para trabajar audiencias familiares infantiles y la otra con herramientas sobre cómo trabajar la co-creación con niñas y niños. Una vez las guías estén hechas, se tienen que diseminar y dar a conocer al máximo número de personas posible.

¿Cómo está siendo trabajar con otras 6 entidades culturales de diferentes puntos de Europa? ¿Qué os está aportando a vosotras personalmente?

J.C: Está siendo muy interesante. Primero por el inglés, que no es mi idioma materno. Viajar y estar 24 horas hablando, tomando notas y diciendo cosas en inglés es un reto. Por otro lado, es muy interesante ver que hay estructuras como Noruega, con un presupuesto que es 80 veces el nuestro, que nos ponemos a hablar de qué nos preocupa y por qué nos dedicamos a lo que nos dedicamos y estamos de acuerdo, tenemos mucho que ver, tenemos problemas y pasiones comunes. A mí personalmente me ha abierto la visión del mundo.

Hannah F. Whelan. / Yone Estivariz

H.F.W: Recuerdo que al entrar al hall del Teatro de Nuremberg pensé que podría ser un Baratza dentro de 30 años. El poder visitar otras salas que pueden ser un modelo aporta mucho. Personalmente los talleres me han abierto los ojos. He podido conocer la parte de la realidad educativa de cada país al poder acceder a centros de Inglaterra, de Austria, de Polonia y de Vitoria.

«Si los y las artistas se atreven a tocar la puerta de las escuelas y dicen “tengo esta idea”, se pueden hacer cosas interesantísimas».

¿Cuáles son las principales dificultades de participar en un proyecto europeo?

J.C: La dedicación que exige. Si no tienes, como en nuestro caso, dos personas que pueden dedicar el tiempo, los conocimientos o la disponibilidad para viajar, sería imposible. Hacemos un balance muy positivo, es una gran oportunidad, pero a la vez hay que dosificar la energía. También destacaría la rigurosidad, en la Comisión Europea son muy rigurosos con todo.

¿Qué recomendaciones daríais a otros agentes que estén pensando en presentarse a un proyecto europeo?

J.C: Primero, que no se metan en proyectos de Europa Creativa si realmente no están dispuestos y dispuestas a trabajar ciudadanía, a trabajar co-creación y a dejarse contaminar por lo que la gente tiene que decir y aportar sobre el proyecto artístico. Segundo, que si se están planteando ser parte de un proyecto europeo, han de asegurarse de que cuentan con los suficientes recursos humanos, al menos una persona con horas de dedicación destinadas a ello. Y lo tercero es que no valen trampas en cuanto a lo financiero. Animaría a la gente primero a informarse y luego, si se meten, que se metan verdad.

¿Qué importancia tiene que el ámbito educativo y el artístico confluyan en proyectos comunes?

H.F.W: Creo que hay mucha gente que considera que tiene que ser la escuela la que venga a los artistas y, por ejemplo, nuestra experiencia es la contraria; nosotros fuimos a las escuelas y ellas nos recibieron con los brazos abiertos. Creo que si los y las artistas se atreven a tocar la puerta y dicen “tengo esta idea”, se pueden hacer cosas interesantísimas.

J.C: También creo que durante mucho tiempo hemos entendido el arte en la escuela como una educación más, como “yo soy artista que sé de teatro y tienes que hacer como yo”. Y precisamente lo que hace «Dena izango naiz» es entender al artista como un facilitador, como alguien que genera un contexto donde las propias personas tienen voz. No somos los listos que vamos a enseñar, somos alguien que dice «vamos a hablar». Lo que las niñas, los niños, los profesores y la gente de la calle tiene que decir es igual de importante que lo que los artistas tienen que decir.

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