EN PROFUNDIDAD“El sector cultural va a tener que reinventarse para poder seguir adelante”

“El sector cultural va a tener que reinventarse para poder seguir adelante”

Álvaro Fierro, coordinador e investigador en Cultumetría, nos explica el impacto que está teniendo la crisis del COVID-19 en el sector cultural

Álvaro Fierro, coordinador e investigador en Cultumetría, nos explica el impacto que está teniendo la crisis del COVID-19 en el sector cultural.
Álvaro Fierro, coordinador e investigador en Cultumetría./ Eva Máñez

El pasado 3 de abril, Karraskan (asociación profesional para el fomento de la innovación en cultura y la cultura de la innovación en Euskadi) completaba un resumen del impacto económico que el coronavirus está teniendo sobre el sector cultural y creativo vasco. Según este informe, cada organización va a necesitar de media una inyección de 16.000 euros para no tener que cerrar inmediatamente la persiana. Analizamos la situación actual del sector cultural con Álvaro Fierro, responsable de Cultumetría, organización que diseña indicadores y evalúa proyectos y políticas culturales.

Cultumetría ha colaborado en la elaboración del informe ‘Impacto económico negativo en el sector cultural y creativo’ que ha publicado Karraskan sobre los efectos que está teniendo la crisis del coronavirus entre sus socios/as. ¿Qué conclusiones habéis obtenido hasta el momento?

Lo primero que hicimos fue lanzar unas preguntas al sector, a los/as asociados/as, para ver qué perspectivas de futuro les estaba deparando todo esto en términos de facturación. Hemos estado analizando la realidad del sector y comparándola con la de Karraskan, para comprobar que efectivamente estamos hablando de que la mayoría son autónomos/as o microempresas que facturan como mucho 150.000 euros al año. Hay mucha rotación de altas y bajas de los autónomos/as y es muy complicado saber el impacto que va a tener en el empleo de estos/as. La idea era buscar una información única para intentar demandar a la institución, saber a cuánto ascendería más o menos el importe que necesitaríamos para ir recuperándonos poco a poco a lo largo de este 2020.

¿Y a cuánto ascendería el importe que necesitaría cada organización para poder recuperarse?

La pérdida total que tiene el sector ascenderá a más de 1 millón de euros, 44.000 euros de media de pérdidas por cada organización. Hemos calculado que cada organización de media necesitaría una inyección de tesorería de 16.000 euros para no tener que cerrar inmediatamente la persiana.

Además de Karraskan, distintas instituciones y organizaciones, tanto en Euskadi como a nivel del resto del Estado y Europa, han realizado ya estos días atrás un primer análisis del impacto negativo que, en el sector cultural y creativo, está teniendo esta crisis del COVID – 19. Aunando toda estainformación, ¿cuál dirías que es la situación del sector a día de hoy? 

La situación del sector ahora mismo es mala, pero le espera una proyección peor. Tenemos que tener en cuenta que el estado de alarma se decretó el día 14 y según los datos que hemos ido viendo y que se han actualizado en la afiliación a la seguridad social, por tocar un indicador económico fiable, es que en menos de 15 días hubo casi 500 bajas en el sector. Abril va a ser mucho peor y mayo imagino que aún peor. Es un sector que siempre se ha caracterizado por una situación mala en general en lo económico y ahora, por supuesto, se va a agravar más.

¿Hay algún subsector especialmente afectado en este primer momento de crisis? 

El subsector de las artes escénicas, lo que son la música en vivo y los espectáculos de danza, teatro, etc. Como tienen que congregar mucha gente y vender entradas para que les sea rentable, es uno de los sectores que más facturan y también uno de los sectores que más van a acusar esta crisis. Además, no tiene, como otros, economías de escala, y necesita una infraestructura y unos costes fijos y variables muy altos para llevar a cabo su actividad. 

¿Cuáles son los que pueden sobrevivir mejor a esta crisis?

Pueden entrar ámbitos más transversales como el de la consultoría o la mediación cultural, aunque ya de por sí es un ámbito muy precario. En términos económicos, los que menos costes tienen son los que mejor van a aguantar todo esto. Aunque todos nos hemos visto muy repercutidos, las empresas que son un poco más grandes, las que tienen capacidad de aguantar las tensiones de tesorería que va a generar esto, son las que mejor van a aguantar a corto medio plazo. Se verán afectadas después del verano y muchas cerrarán.

¿Qué tipo de agentes son los más afectados en estos momentos?

En los datos de la afiliación a la seguridad social veo la gente que está contratada en el régimen general y me imagino que serán, aunque nos falta todavía información, todos/as aquellos/as  condicionados/as por el sector de las artes escénicas, etc. Personas que ya no tiene sentido que vayan a trabajar porque se han suspendido las actividades de manera indefinida. Tenemos que tener en cuenta que a la vuelta a la normalidad, que no sabemos cuándo será,  no se va a poder juntar mucha gente en el mismo espacio. En ese sentido, veo que pueden tener una mayor capacidad de aguante los/as autónomos/as o las microempresas que tienen un coste fijo y variable menor que otras. 

Me gustaría resaltar que una cosa es el sector cultural y otra el creativo. El RIS3 (estrategia que, por indicación de la Unión Europea, cada territorio establece para especializarse en los ámbitos de la economía del conocimiento en los que pueda competir globalmente) los mete en el mismo saco, pero en el sector creativo puramente dicho, están por ejemplo las agencias de publicidad, estudios de arquitectura, etc. Estas representan una gran parte de la facturación y del personal contratado en el ámbito de la cultura. Nosotros/as, en el estudio que Karraskan ha elaborado, nos hemos centrado en el CNAE 93, que son actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento.

Ante esta situación y en el corto plazo, ¿qué datos (indicadores) son los que, de manera indiscutible, hay que analizar para obtener información lo más real posible en torno al impacto que el COVID – 19 está teniendo en el sector? 

Si se quieren tomar medidas por parte de las instituciones, que ya se están haciendo respecto a líneas de financiación de crédito blandas, obviamente los indicadores son lo de facturación y los de tensión de tesorería. Por lo menos intentar salvar los muebles de las organizaciones que, habiendo tenido previsto un horizonte de facturación  de 2020 más o menos claro, ahora lo ven más complicado y les va a costar remontar. Los indicadores de tesorería son, sobre todo, los que tenemos que tener en cuenta. 

¿Debería prestarse también atención, en este primer momento de análisis, a indicadores de carácter más cualitativo? Si así fuera, ¿a cuáles? 

Soy un firme defensor del impacto social de la cultura más que del económico. En estos momentos, es indiscutible que el cambio de paradigma va a ser total. Tenemos que empezar desde cero, reinventarnos en todo lo que podamos para seguir adelante. La capacidad de adaptación al cambio, si antes ya era un reto importantísimo, ahora va a ser mucho mayor. Indicadores cualitativos como la capacidad de organizarse online, de trabajar online, de cambiar nuestro modo de pensar y supeditar lo presencial al online, por ahora, a corto plazo, parece que está claro.

¿Los distintos informes que están siendo realizados estos días tienen en cuenta indicadores similares? 

Sí, los indicadores que se tienen en cuenta en este primer impacto que hemos tenido de la crisis han sido los económicos. Cada sector, a través de sus asociaciones, etc., han lanzado encuestas para comprobar el impacto negativo que estaba teniendo el sector. Sucede lo que sucede siempre en cultura, que cada uno/a ha hecho la guerra por su cuenta y se ha descentralizado ese impacto. Ahora, el Observatorio Vasco de la Cultura está haciendo un análisis general para todos los sectores y, a lo mejor, ahí centraliza un poco todo. Pero en estos momentos, todo el mundo está realizando los indicadores desde el punto de vista económico. Más a largo plazo, que es cuando se fraguan los indicadores de corte social, veremos si la gente está respondiendo a los retos de manera más cualitativa.

¿En qué beneficia y en qué dificulta la elaboración de conclusiones que cada institución/organización realice su propio análisis? 

Yo creo que perjudica, sobre todo, a quienes tienen que tomar decisiones políticas, porque tienen una visión más sesgada de la realidad. Probablemente, a la consejería de cultura le están llegando ahora mismo un montón de informes y de informaciones a los que le va a costar dar forma para construir un puzzle. La parte buena que veo es la capacidad de autoorganización que tiene este sector y que la ha tenido siempre. Remangarse y ponerse a trabajar desde el minuto cero para buscar una solución. Que haya habido tantos informes y tantos análisis sectoriales puede ser bueno en ese sentido, la gente desde el primer minuto se ha puesto las pilas.

¿Sería recomendable, a medio plazo, tender hacia el acuerdo de un análisis único, al menos, a nivel del País Vasco? 

Sí, es lo que está haciendo el Observatorio Vasco de Cultura, que imagino lanzará las preguntas enseguida. También hay que tener en cuenta que es complicado responder a los cuestionarios porque estamos en un sector donde siempre nadamos en la incertidumbre y no sabemos si de aquí a 6 meses vamos a facturar una cosa u otra, o si mañana, de repente, nos cae un rédito del cielo. Son estimaciones que están basadas en nuestra realidad, en experiencias de ejercicios contables de años anteriores, pero son muy estimativas y  es muy complicado hacer un análisis. Pero sí, creo que tiene que haber un único informe y el resto de estudios que se han hecho pueden servirnos de referencia para mejorar este único y futuros.

También creo que puede que surja una situación como esta nuevamente. Igual no en forma de pandemia, ¿pero estamos preparados/as para afrontar retos de este tipo? Ahora hemos visto que no, pero está bien tener esta experiencia para pensar en ello.

Hasta ahora hemos hablado del impacto que el COVID – 19 está teniendo directamente sobre el sector, pero este es un impacto que, indirectamente, también tendrá consecuencias a nivel social. Es decir, lo que les suceda a los proyectos y estructuras culturales y creativas tendrá efecto en el día a día de la ciudadanía. ¿Cómo se puede hacer un análisis de esto? 

Yo lo veo de dos maneras. La actividad cultural como sector económico repercute en el resto de los sectores de la economía. Hay que tener en cuenta que cada euro que se invierte en cultura genera un efecto de arrastre en la economía que ahora se va a perder. Y dos, creo que las crisis también son oportunidades y tienen que servirnos para pensar. Si unimos la cultura, su consumo y el pensar en base a las disciplinas artísticas y culturales que hay, con datos e informaciones, esto nos puede ayudar a comprender mejor desde la ciudadanía la situación que estamos sufriendo y lo que nos espera a futuro. Creo que puede ser una oportunidad para que la gente en general utilice la cultura para pensar, para reflexionar, para encender su espíritu crítico y para tener más capacidad de síntesis y poder organizarnos a futuro. 

Actualmente ha venido el ejército a organizarnos, a limpiar las calles, etc. Siempre buscamos a alguien que nos ayude, que nos organice, ¿por qué no somos nosotros/as capaces de autoorganizarnos y manejar situaciones como estas en común, en vez de esperar que un tercero nos salve? 

Desde Cultumetría, proyecto que lideras, defiendes que el impacto de los proyectos culturales puede medirse, que no es tan complicado, pero son muchas las estructuras que encuentran dificultades para medir la aportación de sus proyectos, fundamentalmente, porque es una aportación repleta de valor intangible.  ¿Cuál es tu receta o fórmula mágica?

Recetas y formulas mágicas no hay. Son varas de medir, modelos de referencia, etc. Sí que tiene que ver con esa manera distinta de pensar sobre la cultura que muchos/as tenemos, sobre por qué nos puede interesar consumir cultura para ser mejores personas y, sobre todo, entender los retos que nos presenta el futuro y el presente. Hay indicadores más difíciles de medir que requieren un horizonte a largo plazo y que tienen que ver con si te ha cambiado la percepción de la realidad mostrando un interés por ciertas disciplinas artísticas. Hay que intentar medir eso que nos hace personas más críticas, más empoderadas y con mayor capacidad de reflexión crítica sobre la sociedad, y que nos sirva para aportar soluciones.

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